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kimya, uganda

kumwenya climbing wall

kumwenya climbing wall

kimya, uganda

Este proyecto nació de la intención de acercar la escalada a los niños y niñas del colegio Kumwenya Eco School de la ONG Kelele África, situado en la pequeña comunidad de Kimya, Uganda.

Durante el verano de 2019, construímos un rocódromo y realizamos actividades de escalada con el objetivo de ayudar a los niños en su desarrollo físico, mental y social.

Objetivos

  • Promover la unión a través de la convivencia y la consecución de objetivos comúnes
  • Fomentar el desarrollo físico, mental, social y cognitivo
  • Ayudar a colectivos infantiles a llevar la adversidad causada por las condiciones de vida y pobreza
  • desde madrid

    Durante el mes de Julio, una vez la ONG Kelele África nos dio el visto bueno para llevar a cabo nuestro proyecto, nos pusimos en contacto con nuestros amigos del SPUTNIK y nos presentaron a Manolo Gil, el técnico de mantenimiento del centro con amplios conocimientos en ingeniería y arquitectura, que se encargó de elaborar unos planos del rocódromo y nos recibió varios días para explicarnos a la perfección dichos planos y darnos unas nociones básicas de construcción.
    Cuando le escuchamos hablar por primera vez sabíamos que estábamos en buenas manos, pues se podía apreciar su pasión por este oficio. Ya con los planos hechos a medida nos dispusimos a visitar varios rocódromos de la Comunidad de Madrid para presentarles la iniciativa y ver si podían echar una mano.
    Fue una sorpresa para nosotros ver lo poco que dudaron en colaborar, ofreciéndonos las presas que hoy forman KUMWENYACLIMBINGWALL.
    Ya solo nos quedaba hacer una pequeña compra de materiales y herramientas para iniciar nuestra aventura en Uganda.
  • ERINEST MUGABE, EL CARPINTERO

    Tras dos largos días de viaje llegamos al Colegio, fue impresionante ver la ilusión de los niños y niñas a nuestra llegada.

    Una vez establecidos nos presentaron al carpintero local que iba a colaborar en la construcción, Erinest Mugabe.

    Nuestro querido amigo no dispone de las herramientas necesarias para trabajar la madera en su casa de forma autodidacta, por ello tiene que recorrer una hora a pie para llegar a su lugar de trabajo.

    Él se había encargado de levantar los edificios donde se ubican las distintas clases, así como de construir el mobiliario de cada una de ellas.

    Cuando le contamos que queríamos construir un rocódromo, no sabía de qué estábamos hablándole, pero sabía perfectamente donde podíamos encontrar la madera que requeríamos.

  • manos a la obra

    Lo primero que hicimos fue tomar todas las medidas del muro para adaptar los planos que llevábamos a la realidad. Entonces, nos dirigimos al aserradero de la ciudad de Fort Portal, localizada a 45 minutos en boda-boda: nombre que reciben los taxistas de motocicletas en Uganda. El objetivo era hacerse con 15 listones y 18 tablones de contrachapado de madera de eucalipto. Esto no fue tarea fácil, ese aserradero no se parecía en nada al Leroy Merlin: no había ningún listón con las mismas medidas y tuvimos que rebuscar entre una ciudad de madera, aun así, seguían sin ser idénticos.

    Una vez resolvimos el primero de los innumerables contratiempos que se nos plantearían a lo largo de esta aventura, cargamos la madera en la palangana de un transportista que nos llevó de vuelta a nuestra aldea. Fue ya a mitad de camino cuando nos calló una lluvia torrencial que casi empapa las maderas, pero no tardamos nada en cubrirlas con una lona. Ahora sí podíamos preocuparnos de no mojarnos.

    No cabía duda de que la principal tarea era conseguir la misma medida en todos los listones. Al no disponer de electricidad no podíamos usar la limadora y Mugabe nos demostró que lo rudimentario es más lento, pero no peor: trazó unas líneas con su lápiz sobre los listones y con el Panga (machete) comenzó a igualarlos. Impactados con los machetazos directos y precisos, supimos que estábamos en manos de un gran carpintero africano y que el proyecto iba a salir adelante. Al mismo tiempo que Mugabe igualaba los listones, nosotros nos pusimos con los contrachapados. Dado que no fabricaban tablones de 15 mm de grosor tuvimos que unir tres tablones de 6 mm con clavos y cola, lo cual nos llevó un fin de semana entero.

    Nuestra tarea era mucho más breve que la de Mugabe, con lo que nos encontramos parados durante un par de días. Pusimos a prueba nuestra paciencia hasta que la ONG nos facilitó un generador durante una semana. ¡Aquí empezó el Rock and Roll!

  • ¡el generador! eskerrik asko

    Con esta nueva adquisición que nos daba corriente a las herramientas pudimos actuar de forma mucho más rápida: terminamos de igualar y pulir los listones, montamos la estructura del rocódromo y taladramos los agujeros necesarios para anclarla al muro.

    En este capítulo aparece una persona clave en el proyecto, Juancar. Él era un hombre de origen vasco que pasaba de paso por nuestra aldea buscando unos días de relajación, pero tardó poco en cambiar sus intenciones.

    A su llegada comimos en el Lodge del Colegio y estuvimos contándole nuestra iniciativa y conociéndonos mutuamente.

    ¡Él realizaba trabajos verticales y practicaba la escalada! Toda una coincidencia, pero así fue: decidió ayudarnos a anclar la estructura a la pared y nos enseñó todo cuanto pudo. Su estancia fue corta, pero intensa.

    Gracias Juancar.

  • chapa y pintura

    Con la estructura fijada en la pared, los niños y niñas del colegio empezaron a preguntarse más a fondo de qué se trataba lo que estábamos construyendo, pero nos propusimos no decirles nada hasta tenerlo todo terminado.

    Llegaba la hora de darle personalidad y vida al muro. En un principio dudamos si sería buena idea pintarlo, ya que teníamos intención de impartir clases y el tiempo se nos echaba encima, pero fue gracias a nuestras compañeras voluntarias, también encargadas de enseñar artes plásticas a los alumnos, que decidimos pintar los paneles y barnizar todo. Solo habría que dejarlo en sus manos y el resultado sería más que increíble. Y así fue.

     

  • todo en su sitio

    Tras quedar fascinados con el trabajo de las chicas, nos dispusimos a colocar las arañas y hacer el reparto de las presas sobre los paneles. La primera de estas dos tareas fue toda una Odisea: tuvimos que inventar diferentes formas de enganchar las presas, puesto que no disponíamos de los tornillos con las medidas necesarias para cada una de ellas.

    Estás nuevas formas de enganche consistían en aumentar el grosor del contrachapado introduciendo tacos de madera en la parte posterior, consiguiendo así, darle utilidad a los tornillos de los que disponíamos. Con el trascurso de este viaje aprendimos a resolver problemas en un mundo que era totalmente nuevo para nosotros, el mundo de la carpintería.

  • ¡objetivo cumplido!

    Llegó el paso final, el día que ansiosos esperábamos, llegó el momento de colgar los paneles y clasificar como logro nuestro proyecto. Con un gran esfuerzo físico transportando y levantando tablones con presas, conseguimos anclarlo todo a la estructura.

    ¡Lo habíamos logrado,! habíamos levantado KUMWENYACLIMBINGWALL.

  • nociones básicas y mucho talento

    Habíamos finalizado la construcción del muro y aún disponíamos de 4 días en Uganda antes de regresar a España.

    Escasos días antes habíamos elaborado un horario de clases para los diferentes cursos del colegio con la intención de enseñar a los alumnos y a los profesores nativos algunas nociones básicas de escalada, tanto técnicas como de seguridad.

    Durante aquellas sesiones aprendimos las normas básicas de uso del rocódromo, practicamos el porteo: técnica aplicada para asegurar al compañero que está escalando, realizamos ejercicios en los que poníamos en práctica la técnica “pie-mano”, demostramos que no solo escalamos hacia arriba, sino que también podemos escalar en horizontal, etc.

    Estas clases resultaron productivas a la par que entretenidas: quedamos impresionados con las habilidades que los niños y niñas mostraron al escalar, no cabe duda de que existe un gran talento en Uganda, un país que nos cautivó desde el primer momento, un país de gente pura, de naturaleza imponente, de supervivencia en su sentido más literal, de vida y de amor, lugar al que pronto tarde regresaremos.

Porque una imágen vale más que mil palabras.
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